domingo, 27 de diciembre de 2015
LITURGIA DE LA PALABRA DE DIOS,DOM 27 DIC 2015
Lectura del libro del Eclesiástico 3,2-6.12-14
El Señor quiere que los hijos honren a su padre y reconozcan la autoridad de la madre. El que respeta a su padre borra sus pecados, y honrar a la madre es guardar un tesoro. El que respeta a su padre vivirá feliz con sus hijos, y cuando haga oración, Dios lo escuchará. Tendrá larga vida el que honra a su padre, y el que respeta a su madre será premiado por Dios. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo desampares mientras dure tu vida. Aunque pierda su lucidez, sé comprensivo con él, no le faltes al respeto mientras viva. Socorrer al padre es cosa que no se olvidará, te servirá de reparación por tus pecados. «Palabra de Dios. Te alabamos Señor»
SALMO RESPONSORIAL
Sal 128 (127) ,1-2.3.4-5
R/. ¡Dichosos los que viven en tu casa, Señor!
¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. /R.
Tu mujer como una vid fecunda, en medio de tu casa; tus hijos como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. /R.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sion, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. /R.
SEGUNDA LECTURA
Deberes domésticos de los cristianos
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 12-21
Hermanos: Como elegidos de Dios, santificados y amados por Él, revístanse de sentimientos de compasión, de benevolencia, de humildad, de mansedumbre y de paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. Como el Señor los perdonó, hagan ustedes lo mismo con los demás. Y por encima de todo esto, revístanse del amor, que crea la unidad perfecta. Que la paz de Cristo reine en su corazón: a ella los llamó Dios como miembros de un solo cuerpo. Y no se olviden de dar gracias a Dios. Que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza, instruyéndose unos a otros en toda sabiduría y aconsejándose mutuamente. Ya que viven en la gracia de Dios, cántenle con todo el corazón salmos, himnos y cantos espirituales. Y todo lo que digan o hagan, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre. Las mujeres deben ser dóciles a sus maridos, pues el Señor así lo quiere. Los maridos deben amar a sus mujeres y no tratarlas con dureza. Los hijos deben obedecer a sus padres en todo, porque es cosa agradable al Señor. Los padres no deben tratar mal a los hijos, para que no se vuelvan apocados. «Palabra de Dios. Te alabamos Señor»
Que la paz de Cristo reine en su corazón; que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.
EVANGELIO
Jesús es hallado por sus padres en medio de los maestros
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 2, 41-52
Todos los años, en la fiesta de la Pascua, iban los padres de Jesús a Jerusalén. Cuando Jesús cumplió los doce años, fueron a celebrar la fiesta como de costumbre. Y al terminarse los días de la celebración, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo notaran. Pensando que iría entre el grupo de los peregrinos, hicieron una jornada y entonces empezaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Y como no lo encontraron, se volvieron a Jerusalén para buscarlo. Y al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se quedaban admirados de su inteligencia y de las respuestas que daba. Cuando sus padres lo vieron, se quedaron asombrados, y su Madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos hiciste esto? Mira que tu Padre y yo te estábamos buscando angustiados». Él les respondió: «¿Y por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron su respuesta. Regresó, pues, Jesús con ellos a Nazaret y vivió sometido a ellos. Su Madre conservaba todas estas cosas en el corazón. Y Él crecía en sabiduría y madurez, y gozaba más y más de la aceptación de Dios y de los hombres. «Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús»
REFLEXION
Hoy contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).
El libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia Jesús.
No es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo, fuente de sentido y de sabiduría.
Difícilmente se puede poner remedio a los déficits de educación del hogar. Todo aquello que no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad. Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.
Es necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María.
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Fuente: evangeli.net
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