Lectura del libro de Isaías 50, 4-7 Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el
oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no
resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las
mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni
salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí
el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. «Palabra de Dios. Te alabamos Señor»
SALMO RESPONSORIAL
Sal 22 (21), 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan
de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» /R.
Me acorrala una
jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y
los pies, puedo contar mis huesos. /R.
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica. Pero Tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven
corriendo a ayudarme. /R.
Contaré tu fama a mis
hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel. /R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los
Filipenses 2, 6-11
Cristo, a pesar de su
condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se
despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a
la muerte, a una muerte de cruz. Por eso, Dios lo levantó sobre todo y le
concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua
proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. «Palabra de Dios. Te alabamos Señor»
EVANGELIO
Cristo, por
nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de Cruz. Por eso Dios lo
levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 26,
14-27, 66
¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?
C. (Cronista) En
aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos
sacerdotes y les propuso:
S. (Otros personajes) «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
C. Ellos
se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando
ocasión propicia para entregarlo.
¿Dónde quieres que te preparemos la Pascua?
C. El
primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. «¿Dónde
quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
C. Él
contestó
+ (Jesús) «Id
a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi momento está
cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”».
C. Los
discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Uno de vosotros me va a entregar
C. Al
atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+«Os aseguro
que uno de vosotros me va a entregar».
C. Ellos,
consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. «¿Soy
yo acaso, Señor?»
C. Él
respondió:
+«El que ha
mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se
va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del
hombre!; más le valdría no haber nacido».
C. Entonces
preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. «¿Soy
yo acaso, Maestro?»
C. Él
respondió:
+«Tú lo has
dicho».
Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre
C. Durante
la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus
discípulos, diciendo:
+«Tomad,
comed: esto es mi cuerpo».
C. Y,
cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio, diciendo:
+«Bebed todos;
porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el
perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta
el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre».
C. Cantaron
el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño
C. Entonces
Jesús les dijo:
+ «Esta
noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: “Heriré al pastor,
y se dispersarán las ovejas del rebaño.” Pero cuando resucite, iré antes que
vosotros a Galilea».
C. Pedro
replicó:
S. «Aunque
todos caigan por tu causa, yo jamás caeré».
C. Jesús
le dijo:
+«Te aseguro
que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces».
C. Pedro
le replicó:
S. «Aunque
tenga que morir contigo, no te negaré».
C. Y lo
mismo decían los demás discípulos.
Empezó a entristecerse y a angustiarse
C. Entonces
Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ «Sentaos
aquí, mientras voy allá a orar».
C. Y,
llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a
angustiarse. Entonces dijo:
+ «Me
muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo».
C. Y,
adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ «Padre
mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que
yo quiero, sino lo que Tú quieres». Y se acercó a los discípulos y los encontró
dormidos. Dijo a Pedro:
+ «¿No
habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la
tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil».
C. De
nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ «Padre
mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».
C. Y,
viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados.
Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras.
Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ «Ya
podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a
ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el
que me entrega».
Echaron mano a Jesús para detenerlo
C. Todavía
estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un
tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los
ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. «Al
que yo bese, ése es; detenedlo».
C. Después
se acercó a Jesús y le dijo:
S. «¡Salve,
Maestro!»
C. Y lo
besó. Pero Jesús le contestó:
+ «Amigo,
¿a qué vienes?»
C. Entonces
se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban
con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado
del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ «Envaina
la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir
a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero
entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar».
C. Entonces
dijo Jesús a la gente:
+ «¿Habéis
salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba
en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis».
C. Todo
esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel
momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
Veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha
del Todopoderoso
C. Los
que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde
se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta
el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados
para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno
buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo
encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente,
comparecieron dos, que dijeron:
S. «Éste
ha dicho: “Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”».
C. El
sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. «¿No
tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti? »
C. Pero
Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. «Te
conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios».
C. Jesús
le respondió:
+«Tú lo has
dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está
sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces
el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S. «Ha
blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la
blasfemia. ¿Qué decidís?»
C. Y
ellos contestaron:
S. «Es
reo de muerte».
C. Entonces
le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
S. «Haz
de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»
Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces
C. Pedro
estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
S. «También
tú andabas con Jesús el Galileo».
C. Él lo
negó delante de todos, diciendo:
S. «No sé
qué quieres decir».
C. Y, al
salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. «Éste
andaba con Jesús el Nazareno.»
C. Otra
vez negó él con juramento:
S. «No
conozco a ese hombre».
C. Poco
después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
S. «Seguro;
tú también eres de ellos, te delata tu acento».
C. Entonces
él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
S. «No
conozco a ese hombre».
C. Y
enseguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús:
«Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró
amargamente.
Entregaron a Jesús a Pilato, el gobernador
C. Al
hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se
reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron
y lo entregaron a Pilato, el gobernador.
No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque
son precio de sangre
C. Entonces
Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y
devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos,
diciendo:
S. «He
pecado, he entregado a la muerte a un inocente».
C. Pero
ellos dijeron:
S. «¿A
nosotros qué? ¡Allá tú!»
C. Él,
arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos
sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. «No es
lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre».
C. Y,
después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para
cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de
Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta: «Y tomaron las
treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los
hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había
ordenado el Señor».
¿Eres tú el rey de los judíos?
C. Jesús
fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. «¿Eres
tú el rey de los judíos?»
C. Jesús
respondió:
+ «Tú lo
dices».
C. Y,
mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada.
Entonces Pilato le preguntó:
S. «¿No
oyes cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como
no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la
fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había
entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo
Pilato:
S. «¿A
quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»
C. Pues
sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el
tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. «No te
metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él».
C. Pero
los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el
indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. «¿A
cuál de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos
dijeron:
S. «A
Barrabás».
C. Pilato
les preguntó:
S. «¿Y
qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Contestaron
todos:
S. «Que
lo crucifiquen».
C. Pilato
insistió:
S. «Pues,
¿qué mal ha hecho?»
C. Pero
ellos gritaban más fuerte:
S. «¡Que
lo crucifiquen!»
C. Al ver
Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto,
tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. «Soy
inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el
pueblo entero contestó:
S. «¡Su
sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces
les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo
crucificaran.
¡Salve, rey de los judíos!
C. Los
soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor
de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color
púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le
pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se
burlaban de él, diciendo:
S.«¡Salve, rey
de los judíos!»
C. Luego
le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y,
terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a
crucificar.
Crucificaron con él a dos bandidos
C. Al
salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que
llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir:
«La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no
quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a
suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un
letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron
con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz
C. Los
que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. «Tú
que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si
eres Hijo de Dios, baja de la cruz».
C. Los
sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también,
diciendo:
S. «A
otros ha salvado, y Él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje
ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere
Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta
los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Elí, Elí, lamásabaktaní
C. Desde
el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella
región. A media tarde, Jesús gritó:
+ «Elí,
Elí, lamásabaktaní.»
C. (Es
decir:
+ «Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
C. Al
oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. «A
Elías llama éste».
C. Uno de
ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y,
sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:
S. «Déjalo,
a ver si viene Elías a salvarlo».
C. Jesús
dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C. Entonces,
el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las
rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que
habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas,
entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus
hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron
aterrorizados:
S. «Realmente
éste era Hijo de Dios».
C. Había
allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a
Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la
madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
José puso el cuerpo de Jesús en el sepulcro nuevo
C. Al
anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también
discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato
mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en
una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una
roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María
Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro.
Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la
vigilancia como sabéis
C. A la
mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los
sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. «Señor,
nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: “A los tres
días resucitaré.” Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer
día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: “Ha
resucitado de entre los muertos.” La última impostura sería peor que la
primera».
C. Pilato
contestó:
S. «Ahí
tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis».
C. Ellos
fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del
sepulcro.«Palabra del Señor. Gloria a
ti Señor Jesús»
REFLEXIÓN
HOY ES DOMINGO DE RAMOS PORQUE CELEBRAMOS LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN
JERUSALÉN. PERO ENTRA COMO UN REY HUMILDE, PACÍFICO Y MANSO.
NO ENTRA CON TANQUES NI CON METRALLETAS PARA CONQUISTAR LA CIUDAD. TAMPOCO
ENTRA EN UN CABALLO BLANCO AL SONIDO DE LAS TROMPETAS, COMO LO HACÍAN ANTAÑO
LOS EMPERADORES O LOS GENERALES ROMANOS DESPUÉS DE VENCER A LOS ENEMIGOS. NO.
JESÚS ENTRA MONTADO EN UN BURRITO, SIGNO DE HUMILDAD Y DE MANSEDUMBRE.
ES ACLAMADO POR GENTE BUENA Y SENCILLA, Y UNA GRAN CANTIDAD DE SUS DISCÍPULOS
SON MUJERES Y NIÑOS. LO PROCLAMAN REY NO CON EL ESTRUENDO DE LAS ARMAS, SINO
CON LOS GRITOS DE JÚBILO. Y NO AGITAN BAYONETAS O PANCARTAS, SINO RAMOS DE
OLIVO Y DE LAUREL, SIGNOS DE LA PAZ. ¡ÉSTE ES JESÚS, NUESTRO REY, EL REY DE LA
PAZ Y DEL AMOR VERDADERO, EL QUE ENTRA HOY TRIUNFANTE A JERUSALÉN!
PERO TAMBIÉN HOY ES DOMINGO DE "PASIÓN" PORQUE INICIAMOS ESTA SEMANA
DE DOLOR, QUE CULMINARÁ EN LA CRUZ. POR ESO EN EL EVANGELIO DE LA MISA DE ESTE
DÍA SE PROCLAMA TODA LA PASIÓN DEL SEÑOR. SÓLO OCURRE ESTO DOS DÍAS EN TODO EL
AÑO: HOY Y EL VIERNES SANTO. PERO LA MUERTE DE CRISTO EN EL CALVARIO NO ES UNA
DERROTA, SINO EL TRIUNFO MÁS ROTUNDO Y DEFINITIVO DE NUESTRO SEÑOR SOBRE LOS
PODERES DEL MAL, DEL PECADO Y DE SATANÁS.
ESTOS DÍAS SANTOS SON, PUES, PARA ACOMPAÑAR A CRISTO EN LOS SUFRIMIENTOS DE SU
PASIÓN Y EN SU CAMINO AL CALVARIO: PARA UNIRNOS A ÉL A TRAVÉS DE LA ORACIÓN,
LOS SACRAMENTOS, LA CARIDAD, EL APOSTOLADO Y LAS OBRAS BUENAS. ¡TÁNTAS COSAS
PODEMOS HACER EN FAVOR DE LOS DEMÁS!, PERO TAL VEZ NOS FALTA IMAGINACIÓN O
INVENTIVA. O PENSAR MÁS EN LOS DEMÁS Y MENOS EN NOSOTROS MISMOS.
SERÍA INTERESANTE RECORDAR AHORA, PASO A PASO, LOS DIVERSOS MOMENTOS DE LA
PASIÓN DE CRISTO. PERO ESO LO TIENE QUE HACER CADA UNO EN PARTICULAR. Y NO SÓLO
COMO QUIEN RECUERDA UNA HISTORIA PASADA, SINO VIVIÉNDOLO EN PRIMERA PERSONA. TÚ
Y YO SOMOS PROTAGONISTAS DE ESTA HISTORIA, PUES CRISTO SUFRIÓ POR NOSOTROS,
PARA DARNOS LA SALVACIÓN, LA VIDA ETERNA.
UNA DE LOS MOMENTOS QUE MÁS IMPACTAN ES LA FLAGELACIÓN. REALISTA Y CRUEL POR
PARTE DE LOS SOLDADOS.
PERO NOS HACE COMPRENDER Y SENTIR LA INOCENCIA DE JESÚS, SU HUMILDAD Y SU
MANSEDUMBRE INFINITA, SU HEROÍSMO ANTE EL SUFRIMIENTO Y SU VOLUNTAD DE OBLACIÓN
A DIOS POR NOSOTROS: "PADRE, MI CORAZÓN ESTÁ PRONTO". Y ENSEGUIDA LA TORTURA:
LOS LATIGAZOS QUE SE HACEN INTERMINABLES Y EL BRUTAL ENSAÑAMIENTO DE LOS
VERDUGOS ROMANOS, SÁDICOS Y ÁVIDOS DE SANGRE, QUE DESTROZAN SIN PIEDAD EL
CUERPO DE JESÚS Y EL CORAZÓN DE SU MADRE SANTÍSIMA: "¿CÓMO, DÓNDE, HASTA
CUÁNDO DECIDIRÁS PONER FIN A TANTA TORTURA, HIJO MÍO?" –BALBUCEA MARÍA AL
CONTEMPLAR A SU JESÚS FLAGELADO-. LAS LÁGRIMAS Y EL TREMENDO DOLOR DE AQUELLA
MADRE TALADRAN EL PROPIO CORAZÓN. ES DURA. Y NUESTRO ADORABLE JESÚS SUFRE HASTA
EL PAROXISMO POR AMOR A CADA UNO DE NOSOTROS. ES LA SANGRE PRECIOSA DEL CORDERO
INMACULADO, DERRAMADA POR AMOR, PARA REDIMIRNOS DEL PECADO. ¡ES UNA ESCENA
IMPRESIONANTE!
EL CAMINO HACIA EL CALVARIO ESTÁ LLENO DE IMÁGENES PROFUNDAMENTE CONMOVEDORAS:
EL ENCUENTRO DE JESÚS CON MARÍA, EL QUEBRANTO Y LA COMPASIÓN AMOROSA DE AQUELLA
MADRE BENDITA TRASPASAN DE NUEVO EL CORAZÓN Y CONMUEVEN MUY HONDAMENTE. EL
GESTO DULCE Y COMPASIVO DE LA VERÓNICA QUE ENJUGA EL SANTÍSIMO ROSTRO DE
NUESTRO SEÑOR. EL HUMANÍSIMO COMPORTAMIENTO DEL CIRENEO, SOBRE TODO LA
TRANSFORMACIÓN INTERIOR DE SU ALMA AL CONTACTO CON EL CRISTO SUFRIENTE.
RENUENTE AL PRINCIPIO, AL IR COMPARTIENDO LA CRUZ DE JESÚS SE VA COMPADECIENDO
Y COMPENETRANDO CON AQUEL CONDENADO A MUERTE.
LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ SON DE UNA ELEVACIÓN SINGULAR: LA
SÚPLICA DE PERDÓN PARA SUS ENEMIGOS, LA PROMESA DEL PARAÍSO AL BUEN LADRÓN, LA
SED, LA ENTREGA DE SU MADRE A JUAN, EL MISTERIOSO ABANDONO PATERNO, EL INFORME
DE SU MISIÓN, LA ENTREGA DE SU ESPÍRITU AL PADRE.
HOY INICIAMOS LA SEMANA SANTA Y LA PASIÓN DE CRISTO ES UNA EXPERIENCIA
ESPIRITUAL QUE TODOS DEBEMOS HACER SI QUEREMOS SER AUTÉNTICOS CRISTIANOS. SÓLO
EN LA PASIÓN LOGRAMOS COMPRENDER Y ACEPTAR TANTAS COSAS INCOMPRENSIBLES EN
NUESTRA VIDA Y EXPERIMENTAMOS EN EL FONDO DE NUESTRA ALMA EL AMOR INFINITO DE
UN DIOS QUE SE ENTREGÓ, HASTA LA LOCURA, PARA SALVARNOS. ¡SUS LLAGAS NOS HAN
CURADO! Y POR TI Y POR MÍ VOLVERÍA A REPETIRLO CON TAL DE LLEVARNOS AL CIELO.
OJALÁ TAMBIÉN NOSOTROS APRENDAMOS A ABRAZAR LA CRUZ, AMANDO Y SIGUIENDO LAS
HUELLAS DE NUESTRO CRISTO CRUCIFICADO. ESO SIGNIFICA SER CRISTIANO.
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Autor: P . Sergio Córdova LC | Fuente:
Catholic.net